2022 está logrando el triste récord de peor año de incendios forestales del siglo. El cambio climático, junto a la falta de gestión adecuada del territorio, han creado la emergencia actual. La combinación de energía concentrada, cada vez más intensa porque la temperatura va aumentando y los veranos duran más; la acumulación de vegetación y ramas secas, muy combustibles, por la falta de limpieza y prevención, provocan incendios imposibles de apagar, que son aquellos que emiten más de 10.000 kilovatios por metro cuadrado, son “incendios ingestionables”, según palabras de expertos en extinción. Foto de la Unidad Militar de Emergencias en el incendio de Bejís en Castellón
El balance provisional de esta situación la ha ofrecido hace unos días el Centro de Coordinación de la Información Nacional sobre incendios forestales, del Ministerio para la Transición Ecológica. Los 51 grandes incendios (más de 500 hectáreas), hasta el 21 de agosto, han calcinado una superficie forestal de casi 248.000 hectáreas. Entre el 1 de enero y el 21 de agosto se han registrado 7.867 siniestros, de ellos 5.387 conatos (menos de una hectárea) y 2.480 incendios (más de una hectárea). Por su parte, el Sistema Europeo de Información sobre Incendios Forestales (EFFIS) de Copernicus, ha contabilizado 299.131 hectáreas quemadas hasta el 29 de agosto.
Los peores incendios de 2022 en cuanto a hectáreas quemadas se han registrado en Bejís (Castellón) que terminó con casi 20.000 hectáreas; el de Vall d’Ebo (Alicante) que afectó a unas 11.300 hectáreas; O Barco de Valdeorras y Folgoso do Courel, en Lugo, con 7.900 hectáreas arrasadas; Cebreros (Ávila) con 4.700 hectáreas quemadas; o Pujerra (Málaga) que afectó a 5.000 hectáreas. Pero Zamora ha sido sin duda la provincia más castigada con los gravísimos incendios de Losacio (35.000 hectáreas arrasadas) y Sierra de la Culebra (15.000 hectáreas).
Replantear la lucha contra los incendios desde la gestión adecuada del territorio y la implementación de legislación acorde es tarea de las autoridades competentes que deben acometer grandes cambios en sus estrategias, basándose en el conocimiento y la experiencia de los expertos. El apoyo con desarrollos y tecnologías que ayuden a los equipos de extinción es tarea de las empresas y los especialistas que trabajan en la investigación y desarrollo de estas herramientas.
Como hemos visto en la mayoría de los grandes incendios, su grado de virulencia ha sido tal que, en su peor fase, los jefes de los operativos declaraban que no eran extinguibles y había que retirarse hasta que las condiciones mejoraran. Y precisamente, cuando las condiciones meteorológicas y las que origina el propio incendio lo permiten, el personal de extinción cuenta con equipos y técnicas de lucha contra incendios que cada año evolucionan para ganar en eficacia y rapidez en la extinción. Desde TECNIFUEGO, Asociación Española de Sociedades de Protección contra Incendios, que agrupa a expertos y empresas, destacamos las siguientes tecnologías que ayudan en las tareas de extinción:
Tecnologías de extinción
Un factor que ayuda a minimizar los incendios son las tecnologías para la extinción. Las empresas de seguridad contra incendios invierten anualmente en I+D+i para aportar soluciones eficaces a la sociedad y a los equipos de emergencias, cuerpos de bomberos y todo el personal que se dedica al área de extinción de incendios forestales.
· Redes de hidrantes dentro de la urbanización para que los servicios de extinción puedan recargar sus equipos.
· Mangueras y lanzas, desarrolladas atendiendo a las necesidades de los servicios de emergencias: Mangueras resistentes al calor y a la abrasión, para el transporte de distintos caudales de agua, con pequeños radios de curvatura y que minimizan las pérdidas de carga.
Lanzas selectoras de caudal con la posibilidad de seleccionar caudales pequeños, de bajo mantenimiento y que cumplan la norma europea de lanzas EN 15182.
· Técnicas de simulación avanzadas, para investigar incendios y verificar la efectividad de los medios de extinción. Estudian los movimientos de los flujos de humos, y ofrecen visualmente la evolución de un incendio en un escenario concreto antes de que ocurra o cómo va a evolucionar una vez se ha desatado.
· Nuevos vehículos contra incendios todo terreno para zonas de difícil acceso. Vienen equipados con potentes bombas de agua, mangueras de alta presión y lanzas de caudal regulable.
· Espumógenos y aditivos para agua, que optimizan la capacidad enfriadora de la misma, reduciendo los tiempos de extinción, dificultando la reignición y el avance del incendio en las áreas tratadas durante un corto período de tiempo. Son biodegradables, no corrosivos y cumplen con la directiva europea 2006/122, libre de PFOS´S. Con un porcentaje desde el 0,1% al 1%, se reduce la tensión superficial del agua, facilitando su penetración, mejorando el tiempo de enfriamiento de la masa vegetal produciendo un efecto de sellado para sofocar el foco de incendio. Para incendios de elevada intensidad, en los que la energía puede superar la capacidad de enfriamiento del agua, hay que emplear retardantes de largo plazo, que modifican el proceso de pirólisis del combustible evitando la formación de gases inflamables, y por tanto la llama, dejando un residuo carbonoso no inflamable y cerrando el avance del frente. Muy efectivo a nivel preventivo, ya que solo lluvias superiores a 20 l/m2 reducen su efecto.
· Drones con cámaras que llegan a los lugares donde no llegan los operativos.