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PODEMOS APRENDER DE LOS INCENDIOS PASADOS

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En España se producen cada año una media de 15.647 siniestros, de los cuáles dos tercios se quedan en conatos, es decir afectan a una superficie inferior a 1 hectárea. Los fuegos de origen intencionado son la causa del 54,92 % de los incendios forestales, y suponen un 58,2 % de las hectáreas de suelo forestal, según los datos de la última Estadística de Incendios Forestales (EGIF) del Ministerio de Agricultura, Pesca, Alimentación y Medio Ambiente (MAPAMA).

 Durante 2017 tuvieron lugar 56 Grandes Incendios Forestales (GIF), categoría que incluye aquellos incendios que superan las 500 hectáreas forestales afectadas. Y se han quemado 178.233 hectáreas, o lo que es lo mismo, tres veces la ciudad de Madrid.

El número total de siniestros ha aumentado un 11,57% con respecto a la media del último decenio, con un aumento del 5,80 % en el número de conatos y del 23,05 % en el de incendios (superficie mayor a 1ha) respectivamente.

¿Podemos aprender algo de lo sucedido en la última década? ¿Cuánto más se tiene que quemar para adoptar medidas de prevención y protección enérgicas y que ayuden a minimizar un problema que ya se ha denominado como emergencia nacional?

EL DEBER DE LA PROTECCIÓN

Ante el inicio de la campaña de incendios forestales 2018, es necesario seguir insistiendo en las cuestiones más básicas. Saber cuándo y dónde se producen los incendios, cuál es su extensión, a qué vegetación afectan, por qué se producen y qué los causa.

Los datos más preocupantes es que los fuegos forestales cada vez inciden más en las poblaciones colindantes a zonas boscosas, y afectan a las viviendas, hoteles, casas rurales y cámping.

Este aumento del riesgo en la IUF hace necesario que los ciudadanos adopten ciertas medidas de seguridad.

–           En urbanizaciones y poblaciones hay que disponer del Plan de Autoprotección (evacuación, confinamiento, medios extinción, puntos de encuentro, rutas de escape…).

–           Perimetrar la urbanización con cortafuegos y retardantes de larga duración.

–           Permitir el acceso a vehículos autobomba en los cortafuegos o zona de seguridad

–           Regular su vegetación interior, paramentos de cierre, pantallas vegetales, jardinería, etc.

– Regular el material de construcción de las viviendas, aportando elementos de mayor resistencia al fuego y con una reacción que opere como retardante de las llamas.

–           Realizar una franja de 25 m de anchura separando la zona edificada de la forestal, permanentemente libre de vegetación y un camino perimetral de 5 m de anchura.

–           La zona urbanizada debe disponer de dos vías de acceso alternativas. Libres de vegetación, dispondrán de una faja de protección de 10 metros, a cada lado del camino.

–           En el trazado de redes de abastecimiento de agua del plan urbanístico, debe contemplarse una instalación de hidrantes perimetrales, debidamente señalizados  y distribuidos por espacios públicos, con máxima distancia entre ellos de 200 m.

La aportación que los expertos de TECNIFUEGO-AESPI se basa en el conocimiento y la investigación constante en las tecnologías y mejoras técnicas para evitar la propagación del fuego y su extinción en el menor tiempo posible. El desarrollo de estas nuevas herramientas y medios, diseñados  específicamente para la extinción de incendios, aporta avances permanentes y es uno de los puntos fuertes de las empresas asociadas. Los bosques son de todos y los expertos trabajan para  protegerlos.

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